
¿Estás conservando bien tu vino?
Puede que te haya pasado alguna vez. Compras ese vino tan bueno que te han recomendado pero, cuando has ido a consumirlo, no te ha sabido todo lo bien que debería. ¿Por qué? Aunque la botella no esté abierta, para que un vino mantenga sus condiciones óptimas es necesario conocer ciertas pautas que ayuden a ello. La posición de la botella, la temperatura, la luz... Todos estos parámetros influyen en la correcta preservación del vino. Aquí tienes una lista de consejos para conservar intacto su sabor, ¡toma nota!
La luz precisa. La luz solar hace que se aceleren reacciones químicas en el vino, por lo que lo ideal es que una botella no reciba luz directa, más aún si no se trata de botellas oscuras, que están mejor protegidas e incluso algunas tienen filtros UV incluidos en el vidrio. Para asegurarte de que eso ocurre, mantenla en lugares donde reciba poco luz. También puedes cubrir la botella con un paño o caja que impidan la llegada de los rayos solares o de luz de aparatos fluorescentes.
La temperatura importa. Y cada tipo de vino tiene la suya propia. Por normal general, la temperatura de almacenamiento ideal está en torno a los 12 ºC, y no debe superar los 24 °C. Mantener el vino por encima de esta temperatura durante un tiempo prolongado puede llevar a que se oxide. Por debajo de los 12 ºC no se va a echar a perder el vino, pero ten en cuenta que sí se retrasará proceso de añejamiento. Además, es importante que el vino no sufra oscilaciones térmicas que puedan originar reacciones en el líquido. Los incrementos de temperatura bruscos llevan a que el vino se filtre a través del corcho, y los descensos, a que penetre aire en la botella.
En horizontal. Si la botella tiene corcho, evita almacenarla en vertical. Con el tiempo, el corcho se seca y pierde elasticidad y hermetismo, lo que facilita la llegada de aire al vino y hace que se estropee.
¡No lo muevas! Lo correcto es colocar la botella de forma que quede inmóvil y no sufra vibraciones, para que el vino repose. Cualquier vibración, incluso las producidas por tráfico cercano, puede llevar a que el vino sufra alteraciones.
Controla la humedad. Para evitar que el corcho se seque se precisa una humedad alta, en torno al 70%. Pero no peques por exceso: conservar una botella por encima de este porcentaje puede hacer que el corcho se humedezca de más y provocar la aparición de moho. Para ayudarte a controlar el grado de humedad, hazte con un higrómetro, aparato que se encarga de su medición, y utiliza humidificadores si es necesario.
Mejor si está aislado. Si sitúas el vino junto a alimentos o productos que emitan olores fuertes, estos pueden alterar su sabor. Como sabes, el vino respira, y los olores pueden tomar contacto con él a través del corcho. Una buena ventilación te ahorrará sorpresas al descorchar la botella.
No dura para siempre. "Mejoras con el tiempo, como el vino". Puede que tú sí, pero no todos los vinos. La edad, añada, procedencia, tipo de uva o crianza definen qué vinos son buenos para conservar y cuáles para consumir pronto. Como punto de partida, los vinos jóvenes han de beberse en el año en que se compran. Los crianza, en los 5 siguientes, y los reserva y gran reserva, durante los 10 y 15 años.
Ajusta la temperatura. Recuerda: no todos los vinos se comportan igual a una misma temperatura. Antes de servir un vino, infórmate de cuál es la adecuada para sacar el máximo partido a su sabor.
Como buen amante del vino, seguro que te gusta disfrutarlo en todo su esplendor. Ahora que ya dispones de una guía básica para conservarlo no hay excusas: cuídalo para que llegue a tu copa como se merece.
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