
La cata: conocer un vino por los sentidos
Puede que para muchos, catar un vino les lleve a pensar en ingerirlo para identificar sus matices y definir su sabor, y si es agradable. Pero la experiencia de conocer un vino trasciende la información que nos brinda el paladar. Un vino está lleno de estímulos, y en su disfrute entran en juego otros sentidos además del gusto. No hace falta haber participado en una cata: si eres consumidor y aficionado a la materia, sabrás que vista y olfato son esenciales a la hora de definir nuestra sensación sobre un vino.
Aunque es cierto que se puede educar y cultivar nuestro conocimiento sobre el vino, a la hora de catarlo partimos de la base de que no hay verdades absolutas. Se trata de una experiencia subjetiva, y como tal, existen tantas opciones como personas lo testeen. A continuación, te presentamos las tres fases básicas que comprende una cata de vino. ¡Coge tu copa y siente el vino!
Vista
El modo en que cojas la copa es fundamental a la hora de realizar una buena observación. Hazlo desde la base, evitando así alterar la temperatura del vino. A continuación, inclina la copa en un ángulo de 45º, y siempre sobre un fondo blanco. El líquido se observa desde arriba.
A través de la observación podemos determinar factores como nitidez, color o intensidad, que nos brindan pistas sobre su edad, por ejemplo. Asimismo, hay otros patrones, como la lágrima o la burbuja, que aportan información adicional. La lágrima el vino revela los niveles de azúcar o concentración de alcohol –a mayor grosor de lágrima, más graduación-. La existencia de pequeñas burbujas de dióxido de carbono es síntoma, en algunos vinos, de algún defecto.
Olfato
Es parte esencial en la cata del vino. Como apunte, el ser humano recuerda el 1% de lo que palpa, el 2% de lo que oye, el 5% de lo que ve, el 15% de lo que degusta y el 35% de lo que huele”. Esto es debido a que se trata del más antiguo de nuestros cinco sentidos. El olfato, por tanto, es capaz de hacernos viajar hasta rincones recónditos de nuestra memoria.
En esta fase, el objetivo es analizar la intensidad del vino y ser capaz de percibir sus detalles, sus aromas y su evolución, y sus defectos. Para empezar, acerca la copa a la nariz lentamente y sin agitar. Esto nos servirá para valorar los olores primarios –aromas volátiles, procedentes de uva, flores y terreno-. Luego, agita lentamente la copa: de ahí se desprenden aromas secundarios, que proceden de los procesos de vinificación. Con una mayor agitación, entrarán en juego los olores terciarios: aquellos que proporciona el tiempo, la oxidación, la edad del vino, la evolución de fruta o roble…
Gusto
Para concluir, pasamos a saborear en boca. En la fase gustativa se identifican los sabores del vino(dulce, ácido, salado, amargo y umami), y además se puede determinar el nivel de presencia de cada uno.
Toma un pequeño sorbo y, mientras pasas el vino por toda la boca, toma un poco de aire, que ayudará a percibir aromas por vía retronasal. Además de los sabores básicos, a través de esta fase es posible percibir sensaciones táctiles, como textura, e intensidad o sabores más característicos que nos acerquen los aromas por la vía retronasal. Una vez hecho el primer análisis, puedes ingerir o escupir el vino. Es el momento de valorar las sensaciones finales y, sobre todo, el tiempo que perduran. Por lo general, se considera que en los vinos de calidad el sabor puede estar presente durante un minuto o incluso más.
Recuerda, Dejatuhuella es un proyecto que crece con tu opinión como consumidor. Tus sensaciones respecto al vino son importantes para ayudar a las bodegas a mejorar. Deja que el vino te sienta.
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